sábado, 23 de enero de 2010

Sobre la apropiación de los discursos ecologico-sustentables II

Sobre la apropiación
de los discursos ecológico sustentables


1ra. parte: el mito edénico.
2da. parte: el mito prometéico.

Introducción.

No es novedad para nadie que el problema que la producción energía en el mundo ha sido quizás la única manera de visibilizar ciertas paradojas del sistema producción – consumo, que antes no gozaban de tanta prensa o se suponían inalterables, logros de piedra en la historia de la civilización.
A qué me estoy refiriendo? No ha sido sino hasta que el encarecimiento del petróleo pudo dejarse ver desde atrás del subsidio estatal, que nos fue revelado, por ejemplo, que las bananas que tan sabrosamente consumimos en latitudes templadas (como Buenos Aires) vienen desde Ecuador, en un avión, provocando un derroche insalvable. Y ejemplos menos inocentes que este, sobran.
Pero atentos! Que aquí todo está previsto. Hordas de científicos están trabajando para que cada vez más el poroto de soja sea más aceitoso, y así poderle sacar más biodísel. También hay poderosos ingenieros que construyen represas, grandes embalses para así turbinar ríos y provocar la tan limpia hidroelectricidad. Y afortunadamente, las costas marinas están cada vez más repletas de esos gigantes de tres aspas, que emplean la perenne energía del viento para traducirla en la polivalente electricidad. Ni hablar de los paneles solares, que por el milagroso descubrimiento que valió un Nóbel en su época, hoy podemos poner esas láminas negras en donde el sol dé y así obtener también electricidad.
Y sin embargo, habiendo tantas soluciones a la vuelta de la esquina, pareciera que estamos esperando la explosión del viejo sistema para que se instale el nuevo sistema, olvidándonos de a momentos que nosotros estamos en el sistema, y quien compra seguridad de algún tipo se está engañando, creyéndose solo en un mundo de 7 mil millones de habitantes.


Consideraciones.


Falta entonces ponerse a pensar en la realidad, en la viabilidad de pasar de un sistema base petróleo a otro de bases alternativas para este mundo. Pero lo cierto es que la capacidad de dar energía por unidad de volumen del petróleo es insuperable.

Un litro de nafta (que vale alrededor de $4 en Argentina) produce en su explosión 579666 W/h , mientras que un panel solar para abastecer una casa (que vale $36.500 en Mercadolibre de argentina, sin instalación, sin reguladores ni baterías, lo que elevaría su precio casi al doble), produce 7960 W/h. Saquen ustedes sus cuentas.
Parecería ser que, así como comer alimentos orgánicos es un privilegio por su costo, usar fuentes no contaminantes de energía también lo es.
La pregunta que me surge de todo esto es: ¿por qué si todas estas tecnologías dependen de fuentes no centralizadas de obtención (viento, sol, cauce de agua, etc.), su costo supera ampliamente a la energía que sí depende de fuentes centralizadas, como el gas o el petróleo, que además conllevan un montón de gasto de transporte, destilación, impacto ambiental, etcétera?

En Internet uno puede encontrar un millar de videos, guías paso a paso, libros enteros y foros que brindan ayuda sobre cómo construir nosotros mismos dispositivos para proveernos de agua caliente, gas, calefacción y electricidad. Y no obstante cuando se charla acerca de la posibilidad de seguir este camino hacia la independencia energética, los dueños y señores de la industria nos señalan con el dedo, mostrando los inmensos rendimientos que separan sus maquinarias de los inventos hogareños domingueros. Ahora bien, es cierto que existe esa brecha, y tiene que ver con que es al momento de planear la obtención de energía cuando uno se da cuenta del nivel de consumo que tiene, y de lo difícil que es solventar esto mismo.
Pero la traspolación existe. Lo cierto es que la industria es la hoguera prometéica, el volcán con magma de electrones al que vamos a hacer nuestros sacrificios energéticos, en nombre de productos estandarizados y construidos según la idealidad de la planificación. La paradoja energética es que se necesita más energía para construir un panel solar que la que este panel solar puede dar en toda su vida útil. Y créanme que las fábricas de paneles solares usan energía en su producción que no viene de recursos sustentables.
Quizás más que encontrar la solución final al problema energético (o, peor aún, creer que la sociedad organizada “ya encontrará la manera”, y de esa manera nos desligamos un poco más del problema y creemos un poco más en la necesidad del dinero), sea el momento de reciclar. Cosas, objetos, en la periferia de las sociedades industrializadas sobran. Hay más talleres mecánicos que laboratorios de investigación sobre energías alternativas; hay más tornerías que fábricas estatales de alternadores. Y también es cierto que la electrificación total de nuestros objetos nos ata más a una red eléctrica centralizante de alta tensión de lo que nos permite alejarnos de la misma, en un movimiento des-centralizador.


Manos a la obra y austeridad energética.

Pobre Ley del menor esfuerzo. Convertida en insulto frecuentemente en la temprana adolescencia, pareciera ser la única manera de andar un trecho largo por un camino finito. Pensémoslo dos veces: ¿cuál es el sentido de querer producir tanta energía eléctrica, si la gran parte del confort que queremos mantener para sentirnos civilizados puede venir de la mano de sistemas infinitamente más sencillos que motores y resistencias eléctricas? El agua se puede pasteurizar, elevar y calentar con sistemas solares y éolicos (molinos, serpentinas negras y calefones). Nuestra comida se puede cocinar en hornos solares, con tener la previsión de poner la olla a las 10 hs. para almorzar a las 12 hs.; gran problema! De noche podemos cocinar con biogas, e inclusive iluminarnos con esto si hiciera falta. Si nuestras casas son construidas con criterio arquitectónico solar pasivo, se mantendrá refrigerada en verano y cálida en invierno, tomando la precaución de abrir ciertas ventanas (o cerrarlas) en determinado momento del día. Adaptando el molino de agua se pueden moles cereales o mover un lavarropas si hiciera falta, pudiendo así usar las mismas aspas para lograr diferentes usos.
Y todo lo anterior, con inventos sencillos, muy fáciles de construir y con materiales reciclados. Muchas veces hasta sin la necesidad de herramientas elécticas para esto. Pensémoslo dos veces. Podemos armar una parábola con un motor stirling para obtener electricidad durante el día, y así conseguir la suficiente electricidad para herramientas, comunicaciones y etcéteras. Viviendo así, hasta este párrafo, se pueden evitar las baterías, que son en gran medida las responsables de la insustentabilidad energética, ya que todas son costosas, poco durables en relación al resto del sistema, y contaminantes al finalizar su vida útil.


Pero la tele dice que…

Cuando pretendamos un acceso a este modo de vida, debemos saber de antemano que todos los sistemas que podamos comprar vienen con el añadido de tener su precio armado para ser objetos de lujo: son productos industriales, de alto rendimiento, para situaciones de derroche energético. Porque nadie que se gaste 30 mil dólares en paneles solares va a dejar de tener lavarropas, microondas y aire acondicionado.
La escala del consumo energético en las ciudades es demasiado alta. Si quisiésemos cubrir las necesidades de refrigeración, calefacción, cocina, entretenimiento e iluminación con biodísel, casi no quedarían tierras cultivables para alimentos, lo que haría que el precio de los mismos sea desmedidamente alto. Si quisiésemos colocar suficientes molinos eólicos de alto rendimiento (es decir, de gran tamaño, es decir, de gran impacto ambiental), alteraríamos el curso de los principales vientos, causando un gran cambio en los ecosistemas aéreos (pájaros, insectos, semillas voladoras, etc.) Y finalmente, si quisiésemos poner suficientes paneles solares para cubrir estas necesidades, estaríamos gastándonos hoy toda la energía que nos queda en producir en serie un objeto que es más un experimento de laboratorio gigante que un invento popular, que no nos devuelve la energía invertida en su producción ni en los 50 años de vida útil que tiene.
Por eso, antes que pensar en lo que se viene en materia de energía, sepamos que comprar cualquier solución industrial es comprarle la vacuna a quien produce la enfermedad.

Pobre Prometeo. Zeus lo encadenó por ser quien bajó el fuego a los hombres, robándoselo a los dioses; favor que terminó deviniendo en maldición. El mito originario de la energía en occidente tiene este símbolo ritual encima. Pero nunca me quedó claro si la maldición tenía que ver con el mero hecho de involucrarse con el fuego, o con el querer poseerlo.

Quizás más que controlar el fuego, podamos vivir simplemente a su calor, que nos llega todos los días, aún estando a 150 millones de kilómetros. Y de forma pareja a todos nosotros, gratuitamente, libremente y colocándonos en la misma necesidad primigenia junto con el árbol, la nube y los pájaros.

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