lunes, 18 de enero de 2010

Fukoka I

Masanobu Fukoka (Japón, 2/02/1913 - 16/08/2008), agricultor y microbiólogo japonés. Formuló una vasta comprensión de los ciclos naturales que conluyó en una serie de reflexiones espirituales, fundamentalmente guiadas por el TaoTeKing de Lao Tsé, además de un sistema de cultivo (denominado agricultura natural), que a través de la premisa del wu-wei, no se propone labrar el suelo ni fertilizarlo, alcanzando así rendimientos mayores que los sistemas propuestos por la agricultura orgánica científica y la química.
La ciencia de este sistema, a modo de resumen, se basa en reponer todo el rastrojo de los cultivos en forma de mulchin (que además se irá compostando en el sitio), a la vez se procura una permanencia de especies en el campo que proporcionen "abono verde" por su interacción con Rhizobium, generalmente trébol blanco. El hecho de no alterar los ciclos biológicos del suelo con arados o químicos conllevó al progresivo aumento en la materia orgánica de sus campos, llegando en sus últimas épocas a los 40 cm.
Su obra se encuentra contenida bajo el título de "La revolución de un rastrojo".

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SIMPLEMENTE SERVIR A LA NATURALEZA PARA QUE TODO ANDE BIEN

Los deseos extravagantes son la causa fundamental que condujo al mundo a su presente predicamento.
Rápido en vez de lento, más en vez de menos, este espectacular "desarrollo" está directamente vinculado con el incipiente colapso de la sociedad. Sólo ha servido para separar el hombre de la naturaleza. La Humanidad debe dejar de complacerse en el deseo por posesiones materiales y ganancias personales, moviéndose en vez hacia una toma de conciencia espiritual.
La agricultura debe cambiar de las grandes operaciones mecánicas a pequeñas granjas sólo ocupadas por la vida misma. La vida material y la dieta debieran recibir un lugar sencillo. Si se hace esto, la labor se vuelve placentera, y abundante el espacio vital espiritual.
Cuanto más el agricultor intensifica su escala operativa, tanto más su cuerpo y espíritu se disipan y tanto más se aleja de una vida espiritual satisfactoria. La vida en una granja diminuta podrá parecer primitiva pero, vivir esa vida posibilita contemplar la Gran Senda. Considero que si uno se identifica profundamente en su propio vecindario y en el mundo cotidiano en el que vive, se le revelaría el más grande de los mundos.
Al final del año de trabajo, el agricultor de antaño con sus diez áreas de tierra (1000 m2), pasaba los meses de invierno cazando conejos en las montañas. Aunque era llamado un pobre campesino, aún poseía este tiempo de libertad. Las vacaciones de invierno duraban unos tres meses. Gradualmente estas vacaciones fueron acortadas a dos meses, un mes y ahora, a tres días.
Esta reducción señala cuán ocupado se ha vuelto ahora el agricultor y de qué manera ha perdido su filosófico bienestar, tanto físico como espiritual. En la agricultura moderna no cabe tiempo para escribir un poema o componer un canto.
El otro día me sorprendí al notar, mientras limpiaba el pequeño santuario de la aldea, que colgaban unas placas de sus paredes. Al sacarles el polvo y al leer los oscuros y borrados caracteres, pude leer una decena de poemas haiku. Aún en un pequeño pueblo como éste, veinte o treinta personas habían compuesto los haiku presentándolos como ofrendas. Esto señala cuánto espacio abierto tenía esa gente de antaño con sus vidas. Algunos de los poemas debían tener varios siglos. Como fue hace mucho tiempo, es probable que fueran campesinos pobres, pero aún tenían tiempo para escribir haiku.
Ahora ya nadie en la aldea dispone de suficiente tiempo para componer poesía. Durante los fríos meses de invierno sólo unos pocos aldeanos encuentran tiempo suficiente para correr tras los conejos durante un par de días. Ahora el entetenimiento y centro de interés es el aparato de televisión y ya no hay lugar para los simples pasatiempos que aportaban riqueza a la vida cotidiana del campesino. Esto es lo que significo cuando digo que la agricultura se ha empobrecido y debilitado espiritualmente; sólo le concierne el desarrollo material.
Lao Tsé, el sabio taoísta, decía que en una pequeña aldea puede vivirse una vida plena y decente. Bodhidharma, fundador del Zen, pasó nueve años viviendo en una gruta sin afanarse. Preocuparse por dinero y por expandirse, desarrollarse, por ricas cosechas, no es la senda del campesino. Estar aquí presente, atendiendo una pequeña fracción, en plena posesión de la libertad y plenitud de cada día, cada día - esta debe de haber sido la vía original de la agricultura.
Es limitante y confuso descomponer la experiencia llamando a una mitad física y a la otra espiritual. En último lugar , ya no sabemos qué es alimento. Mejor sería que la gente dejara de pensar en el alimento. De manera similar, mejor sería si la gente dejara de preocuparse por descubrir "el verdadero significado de la vida"; nunca podremos conocer las respuestas a las grandes interrogantes espirituales, pero no comprender es correcto. Hemos nacido y vivimos sobre la Tierra para enfrentar directamente la realidad de vivir.
Vivir no es más que el resultado de nacer. Cualquier cosa que la gente coma para vivir, cualquier cosa que la gente piensa que deba comer para vivir, no es otra cosa que algo que se le ocurrió en la mente. El mundo existe de tal manera que si la gente deja de lado su voluntad humana y, en vez, permite que le oriente la naturaleza no hay razón para pasar hambre.
Sólo vivir aquí y ahora, esta es la verdadera base de la vida humana. Cuando un ingenuo conocimiento científico se convierte en la base del vivir, la gente vive como si solo fuera dependiente de los almidones, grasas y proteínas y plantas de nitrógeno, el fósforo y el potasio.
Y el científico, sin importar cuánto investiga la naturaleza, cuánto lo investiga todo, sólo llega finalmente a percibir la perfección y el misterio de todo lo que nos rodea. Es una ilusión pensar que investigando e inventando la Humanidad puede crear algo mejor que la naturaleza. Pienso que la gente está luchando por la únca razón de conocer lo que podría llamarse la vasta incomprensibilidad de la naturaleza.
El campesino en su trabajo debe servir a la naturaleza y todo estará bien. La agricultura fue una tarea sagrada. Cuando la Humanidad se apartó de este ideal, surgió la agricultura comercial moderna. Cuando el granjero empezó a cultivar por dinero, olvidó los verdaderos principios de la agricultura.
El comerciante tiene, por supuesto, un papel que jugar en la sociedad, pero la proliferación de las actividades mercantiles tiende a apartar a la gente del reconocimiento de la veradera fuente de la vida. Como ocupación, la agricultura dentro de la naturaleza yace vecina a su fuente. Muchos campesinos desconocen la naturaleza aunque viven y trabajan en entornos naturales, pero a mí me parece que la agricultura ofrece numerosas oportunidades para un mayor esclarecimiento.
"No puedo saber si el otoño traerá viento o lluvia, pero hoy yo estaré trabajando en la tierra". Estas son las palabras de una vieja canción campesina. Expresan la verdad de la agricultura como una forma de vida. No importa cómo venga la cosecha, si habrá o no suficiente para comer, pero hay alegría simplemente en sembrar y atender las plantas bajo la orientación de la naturaleza.

Fragmento de "La revolución de un rastrojo: una introducción a la agricultura natural".


Muchísimas gracias a Damián y Silvia, quienes me recibieron en su "Monte callado" (Tandil), donde pude ver concretamente el autoabastecimiento, la viabilidad de la senda campesina, además de compartir delicioso alimento y nutritivo conocimiento.

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